sábado, 5 de agosto de 2017

AUTOBIOGRAFÍA DEL CONFLICTO

Por: Vanessa Juliana León Osma


Soy hijo del caos y de la quietud,
nací antes que todo, que la infinitud,
nacer y morir es mi virtud,
y aunque no creas, me debes gratitud.

He estado en tu vida más veces de las que puedes recordar,
sin cuerpo, memoria, ni tiempo va mi trasegar,
me verás cambiar de forma, cuerpo y lugar,
y lejos de tu vida, nunca voy a estar.

Los seres humanos, ingratos me aíslan,
me transforman, me ocultan, me evocan, me incitan,
me exaltan, me seducen, me niegan, me olvidan,
me anulan, me quiebran, me reducen, me estiran,
me sufren, me odian, me llaman, me evitan,
me despiertan, me atacan, me defienden, me quitan,
me dominan, me alimentan, me negocian, me agitan,
me utilizan, me justifican, me narran, me cuidan.

El género humano ha sido muy hábil conmigo,
me han doblegado, los he sometido,
tienen poder sobre mí, y por poder me irrigo,
repiten errores y con ellos me abrigo,
han debido ser creativos, para tenerme como amigo,
y actuando diferente mucho menos hostigo.

El pájaro, Fernando Botero. Foto: Astronema


Puedo ser invisible, minúsculo, dócil, latente,
leve, efímero, impetuoso y ardiente,
puedo ser confuso, negativo, oscuro y vehemente,
borroso, vago, rígido o efervescente,
puedo ser imperturbable, denso, turbio, intransigente,
complejo, impasible, eterno e inclemente,
puedo ser grande, duro, feroz y diciente,
violento, disfuncional, insostenible o cadente,
puedo ser, impetuoso, desordenado y ferviente,
maleable, arisco, rebelde y potente,
puedo ser como sea, pero en el mundo estaré presente.

Jamás olvidarás de mí, que represento progreso,
oportunidad, cambio, y diversidad atravieso,
soy natural, positivo, imperfección profeso,
necesidad y divergencia, del desencuentro un travieso.

Encarno la distancia entre dos,
emerjo de la distorsión en la comunicación,
mis aliados son la agresión y la negación,
y mientras aprendas desesperanza aquí estaré yo.

Pero si en cambio a mi cuerpo quieres combatir,
existen armas a las que no me puedo resistir,
son complejas y requieren persistencia,
creatividad, audacia y mucha paciencia.

El pueblo sale a la calle. Foto: Astronema.


La necesidad y el interés debes identificar,
y que cada quien entienda que cualquiera puede estar en su lugar,
es el don de la empatía de la cual hablo,
pensar en el otro para alcanzar el cambio.

De otros dones para mediar debes disponer,
y no importa si eres hombre o mujer,
no te preocupes si algo te ha de faltar,
pues estas habilidades se pueden entrenar.

De observación y crítica te debes embeber,
para mediar en un aprieto donde no tienes nada que ver,
diligencia, veracidad y capacidad de conceder,
diplomacia y ecuanimidad deberás sostener.

La mediación es un ejercicio de reflexión,
trabajo en equipo y potenciar la comunicación,
también imperiosa es la autorregulación,
pues como conflicto siempre me atrinchero en la emoción.

El arousal de las partes debes en cuenta tener,
para que cualquier exaltación sea posible preveer,
ante esto, la neutralidad debes siempre mantener,
y así el proceso no se eche a perder.

El modelo que elijas puede ser lineal o transformativo,
aunque el que más me gusta es el circular narrativo,
pero no te apresures, es un momento decisivo,
porque siempre depende de cual sea el objetivo.

En el compromiso de las partes has de insistir,
y paulatinamente el poder distribuir,
muy entrenado en este arte debes estar,
para invitar al otro a decidir y actuar.

Si la cosa transcurriera como dice la teoría,
algún acuerdo de seguro se lograría,
y contento a su casa todo el mundo se iría,
aunque a veces eso resulte una mera fantasía.

¿De qué me hablas viejo? Foto: Astronema.


Respira profundo cuando estés perdiendo el juicio,
y concéntrate siempre en hacer bien el ejercicio,
más adelante tus colegas verán tu voluntad de servicio,
porque para muchos de ellos, mediar es un suplicio.

Para la negociación el camino no es muy diferente,
aunque en este caso, no involucra tanta gente,
solo tú y el que tienes al frente,
que debe estar dispuesto a dirimir el inconveniente.

Como bien lo dije, los dos deben tener voluntad,
y hacer de la justicia su principio y realidad,
a veces es inútil indagar por la verdad,
y más bien mirar al otro con los ojos de bondad.

Deberán reconocer que los dos se necesitan,
si deciden negociar, ya no habrá por qué compitan,
a ganar-ganar es a lo que este arma invita,
y en buscar la solución siempre por favor insistan.

El ego y el orgullo deben dejar a un lado,
para que este desarrollo no se quede congelado,
y encuentra un gusto en común, que parezca muy marcado,
para que a tu contrincante lo conviertas en un posible aliado,
aunque también lo diferente, han de dejar plasmado,
acordar asertivamente, dejará al otro desarmado.

Aquí te digo cualidades de un buen negociador,
hábil, entusiasta, sociable y observador,
respetuoso, firme, meticuloso y colaborador,
paciente, creativo, seguro y hábil comunicador,
honesto, persuasivo y seguramente, buen actor.

Esta herramienta es una oportunidad de acordar,
tampoco es tan difícil si se pueden respetar,
el éxito se mide cuando ambos pueden ganar,
y sería maravilloso si lo enseñaran desde prescolar.

Para tener éxito en lo que te propones,
me permito hacerte unas recomendaciones,
el objetivo siempre es urgente que controles,
sé práctico y preciso, sin lugar a errores,
apunta al vacilante ¡que decida, sin temblores!
decir “probemos esto” puede generar pavores,
a la oposición no te opongas, aunque hay muchos detractores,
mas bien que el susodicho te proponga y te de opciones,
utiliza bien los silencios, suelen ser muy sumadores,
el lenguaje siempre va expresado en emociones,
y en vez de hipotetizar, darle paso a las acciones.

Para cerrar digo que mediar o negociar en el conflicto,
debería ser una obligación de cumplimiento estricto,
pues así de un problema podrías salir invicto,
y aquí termina mi versar, que me estoy poniendo adicto.

La gorda es feminista. Foto: Astronema.

sábado, 18 de marzo de 2017

ACCIONES AFIRMATIVAS PARA UNA PAZ IMPERFECTA. La experiencia de los sobrevivientes del conflicto armado colombiano. Por: Vanessa Juliana León Osma


Pensar en Colombia como un territorio promisorio para la paz, dada la coyuntura social que vivimos en torno a la implementación del Acuerdo para la terminación del conflicto, implica reflexionar sobre las múltiples aristas que la sociedad debe abordar para la consecución del anhelado sueño de la paz.

La terminación de un conflicto armado largo y sangriento con la guerrilla más longeva del continente, más que certezas, nos deja incertidumbres, puertas y ventanas abiertas para la exploración, y nuevamente, para la búsqueda implacable de la paz. Muy seguramente esta situación llama la atención de otras naciones, de organizaciones internacionales, de los medios de comunicación de nuestro país, de los organismos del Estado y del grueso de los ciudadanos; el proceso de negociación ha sido visible, importante y un reto en materia de gobernabilidad. Sin embargo, es necesario considerar que la paz no es responsabilidad de los organismos más complejos de la sociedad, sino que es un compromiso que los ciudadanos adquirimos con nosotros mismos, con nuestras familias, con nuestras comunidades y con nuestro país. Es decir, la tranquilidad de toda una sociedad no reposa en la decisiones de las fuerzas armadas contrapuestas, ni el fin del fuego cruzado en los campos; sino de la disposición de cada uno de los miembros de la sociedad a construir una cultura de paz.

Esto quiere decir que más allá de la ausencia de guerra (paz negativa), o del sueño paradisíaco y utópico de la perfección (paz positiva); “la paz es un fenómeno real que permea la cotidianidad, que somos capaces de hacerla, ejecutarla y disfrutarla” (Muñoz, 2001), donde cada uno de nosotros aportamos desde los significados que entretejemos en nuestras relaciones y con nuestro contexto.

En este escrito quisiera analizar algunas acciones de resistencia de las personas que han sobrevivido al conflicto, desarrolladas ya sea en los contextos donde se asentaron, o en sus territorios de origen; a la luz de la teoría de la paz imperfecta propuesta por Francisco Muñoz, donde es posible entender y asumir la paz como un proceso inacabado y dinámico. Para poder tener algunos ejemplos de cómo es posible asumir los conflictos de maneras pacíficas, donde los significados se convierten en el pilar de una transformación social que aspira al bienestar sin perder de vista la crítica y la reflexión.

Pueblos que no se doblegan
El municipio de Granada, Antioquia, ha sido uno de los escenarios más duramente golpeados por el enfrentamiento de todos los actores armados del conflicto, que no sucumbió gracias a la capacidad de su comunidad y sus instituciones. El conflicto significó para ellos la necesidad de identificar recursos comunitarios que les permitieran sobrevivir, como el establecimiento de sótanos comunes que funcionaran como trincheras cuando se producían hostigamientos, allí se cuidaban entre todos, desarrollando una mayor cohesión y cooperación; además, cuando había tranquilidad, buscaban espacios de encuentro y diálogo para sentirse acompañados, y en ese proceso tratar de asimilar y sanar el dolor de los sucesos violentos (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2016).
Empezaron a legitimar encuentros como “lunadas” en lugares comunes, como una manera de resistir y recuperar los espacios tomados por los actores armados, de recuperar la confianza en sus propios territorios. De no ser por actos como los que ejecutaban los pobladores de Granada, éste y muchos otros pueblos del país estarían carcomidos por el terror y la desconfianza, con un tejido social desmoronado, así que el ejercicio de la resistencia cobra aquí un sentido enorme a la hora de construir paz.
Caso similar se da en el municipio de San Carlos, Antioquia, donde la comunidad se dio mañas de hacerle el quite a la guerra, creando cambuches y movilizándose hacia lugares donde no llegaran las balas. Y aunque muchos de sus habitantes se desplazaron de su terruño, buscando una mejoría en su calidad de vida, varias personas se mantuvieron en el pueblo y empezaron a generar estrategias para recuperar la confianza y promover el retorno de sus paisanos; una de ellas, son las fiestas del retorno de San Carlos, donde se movilizan los sancarlitanos por unos días hacia su pueblo y además de festejar, se sentaban a conversar sobre las posibilidades de un retorno seguro (Centro Nacional de Memoria Histórica).
Imagen de portada del informe de CNMH. http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/informes/informes-2016/granada

Fueron los habitantes de municipio quienes gestaron la “alianza del retorno Medellín-San Carlos”, donde se pensaron estrategias que promovieron la pertenencia y las ganas de regresar al pueblo después de la guerra, de aquellas personas que habían desplazado hacia Medellín. Aquí se da un proceso muy importante en torno al arraigo, el hecho de retomar los lugares donde han sucedido actos violentos para transformar el significado de ese territorio, re apropiándolo.

Mujer, memoria y resistencia
Indudablemente la mujer ha sido el rostro del conflicto colombiano, y quienes han tenido que lidiar con el dolor de las consecuencias de los horrorosos actos de los armados, y al ser el grueso de los sobrevivientes, cargan con la historia y el recuerdo de lo sucedido en los rincones del país donde no hubo Estado.

La memoria hace parte de las prácticas indispensables para pensar en una cultura de paz, sin ella es impensable la justicia, la reparación y la no repetición de los hechos violentos. Es conocido el proceso que han desarrollado grupos de mujeres, como las tejedoras de Mampuján, donde por medio del arte y el tejido han encontrado una forma de lidiar con el dolor, perdonar y buscar la reconciliación; y que no solamente buscan reparación a nivel individual o colectivo, sino que proponen una respuesta pacífica al conflicto del cual han sido víctimas, y aquí encontramos una primera manifestación de esa paz imperfecta, donde se produce una resignificación de la experiencia dolorosa y se transforma en resiliencia, en perdón y en nuevas perspectivas para leer su contexto y promover acciones pacíficas en la sociedad.
Mujeres tejedoras de Mampuján con colcha que representa una de las tomas por parte de actores armados a su municipio.https://www.youtube.com/watch?v=kTsgFkVz0FI

Las mujeres de la Candelaria, un colectivo de mujeres oriundas de diferentes regiones del país, desplazadas por el conflicto armado, cuyos familiares han sido desaparecidos por los diversos actores armados; manifiestan otro tipo de posibilidades ante el conflicto, donde en el encuentro y el cruce de sus historias de vida, tienen la posibilidad de reconstruir ese pasado doloroso, manteniendo una memoria viva por medio de un “bosque de la resiliencia”, donde no solamente recuerdan a sus seres queridos sino que resisten a la realidad inacabada de la desaparición forzosa, resisten al olvido, continúan buscando a sus familiares y los simbolizan en ese bosque. Como mencionaba previamente, estos colectivos no solamente son una herramienta de apoyo para sus integrantes, sino que se convierten en un mecanismo de participación política, que empodera a las mujeres y las convierte en ciudadanas activas, que además se empapan de conocimiento que promueve acciones pacíficas, movilización social crítica y consciente, y una problematización de la realidad en procura de su transformación.

Las mujeres Nasa y Misak –pueblos indígenas que habitan el departamento del Cauca principalmente-, han movilizado procesos al interior de sus tribus y son ejemplo de organización y empoderamiento para el país. Ellas, a partir de las duras experiencias que han vivido en función del conflicto armado, han encontrado dispositivos dentro de su cultura para mantener viva la memoria y la resistencia. La memoria, por medio del tejido de colchas, chumbes y otros tejidos, que garantizan la pervivencia cultural y el no olvido del dolor que ha traído el conflicto a sus resguardos. Y la resistencia, por medio de la gesta de mingas interculturales cargadas de sentidos simbólicos y con el clamor latente de que se acabe la violencia hacia la mujer y de que se acabe la guerra.


En estos ejemplos encontramos acciones afirmativas de paz, que no solamente resisten a la guerra y a la violencia, sino que aportan a una cultura de paz, mediante la construcción y el ejercicio de dispositivos sociales y patrimoniales, de manera que no son medidas paliativas o pasajeras, sino artefactos que se fijan en la cultura, que se convierten en discursos poderosos, que permean diferentes generaciones y diferentes territorios donde el mensaje es claro: que la paz es un estilo de vida, que no es algo impuesto, que surge en medio del diálogo, que tiene en cuenta las voces silenciadas, la diversidad, que no existe sin justicia y sin verdad, que es un acto de corresponsabilidad y de compromiso. Y así lo manifiesta una mujer sobreviviente del municipio de San Carlos: “TENGO DERECHO A LLORAR MIS MUERTOS, PERO TENGO EL DEBER DE LEVANTARME A VER QUÉ HAGO POR LOS QUE ESTÁN VIVOS”.

Referencias
Muñoz, F (2001) La paz imperfecta ante un universo en conflicto. Disponible en http://www.ugr.es/~eirene/eirene/Imperfecta.pdf
Centro Nacional de Memoria Histórica (2016). Granada: memorias de guerra, resistencia y reconstrucción. Bogotá: CNMH

Aquí algunos otros links de interés:
Sobre las mujeres y la resistencia: https://www.youtube.com/watch?v=VBkOGmE4Bgc
San Carlos, memorias del éxodo de la guerra. https://www.youtube.com/watch?v=RbfemV7_UbU

Un gato es el alma visible de un hogar

Aún estoy en la búsqueda del sentido de su presencia en mi vida, aquí y ahora. Suelo tomar las decisiones antes de hallarles sentido; más bi...